Primeros pobladores de Roma (Cuna de la Civilización Occidental)
-Neolítico: Ligures
-Edad del Bronce: itálicos, umbros, oscos, samnitas, volscos
y latinos
-En el siglo VIII a.C.: griegos
-Hacia el año 1000 a.C.: etruscos (venían de Asia menor)
Los Pobladores Romanos que se llamaron LOS ETRUSCOS
Los etruscos fueron un enigmático pueblo cuyo núcleo histórico fue la Toscana, a la cual dieron su nombre.
Desde la Toscana se extendieron por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas y hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental, lo cual les permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega. Sin embargo, hacia el siglo V a.C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida, al tener que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los celtas y los ataques de griegos y cartagineses. Su derrota definitiva, por los romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos y por el hecho de que los etruscos nunca formaron un estado sólidamente unificado sino una especie de débil confederación de ciudades de mediano tamaño. En cierto modo predecesora de Roma y heredera del mundo helénico, su cultura (fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales) y técnicas militares superiores, hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la Península Itálica desde el siglo VIII a. C. hasta la llegada de Roma. Tanto que los últimos tres reyes de Roma fueron etruscos. Hacia el 40 a. C., Etruria (nombre del país de los etruscos) perdió su independencia y se convirtió en una provincia del Imperio Romano.
Por otra parte, los Primeros pobladores de Grecia fueron los Pelasgos
A partir del año 2000 a.C.: Aqueos y Jonios (pueblos indeoeuropeos)
Hacia el 1800-1700 a.C.: civilización MINOICA en Creta
La llegada de distintas estirpes indoeuropeas a Europa pertenece a una de las etapas que se engloban todavía en el término conocido como prehistoria; esta etapa aporta escasos conocimientos acerca de la procedencia, fase y momento de aparición de los indoeuropeos, en Grecia. No obstante el caso de Grecia debe considerarse como privilegiado por la pronta aparición de la escritura.
La Leyenda de los Griegos
Hesíodo es el primer escritor que nos habla acerca del nombre de los griegos, su procedencia y sus estirpes. Nos dice que los griegos procedían de las regiones actualmente conocidas como los Balcanes, al norte de la Grecia clásica, precisamente del Épiro y también de Tesalia. Allí habitaba Helén, que da nombre a todos los griegos: “Helenos”. Helén tuvo tres hijos: Juto, Eolo y Doro y un nieto, hijo de Juto, llamado Ión; que dan nombre a las tres estirpes griegas caracterizadas individualmente por sus dialectos: jonios, eolios y dorios (para el arcadio-chipriota no hay filiación alguna en Hesíodo).
Kretschmer, a principios de siglo, llevó más allá el mito de Helén y enunció una de las tesis tradicionales de la historia de los griegos. Atendiendo a las tres estirpes adujo lo que podríamos llamar helenización escalonada de la Hélade en tres migraciones sucesivas: los jonios lo harían hacia el 2000-1900 a. C., los eolios o aqueos (recogiendo aquí a arcadio-chipriotas) hacia el 1600 y los dorios hacia el 1200; con ello se equiparaba estirpe, dialecto y migración.
Ulteriormente se estableció que la mayoría de los rasgos dialectales son posteriores al micénico, es decir, que la diferenciación dialectal tal y como la conocemos de jonio, eolio y dorio es posterior al 1200 a. C., lo que conlleva la caída de la tesis arriba enunciada, así como la teoría de las tesis de las migraciones; actualmente las migraciones se reducen al mínimo (corriente anti-migracionista): sí hay movimientos de pueblos constantes, pero no oleadas de migraciones masivas que comporten cambios culturales.
Que los griegos son un pueblo indoeuropeo está fuera de toda duda, pues ya lo está demostrado lingüísticamente en los estudios de gramática. Sin embargo, no son los habitantes autóctonos de Grecia, ni siquiera los primeros indoeuropeos que llegaron a estos lugares: no son la población neolítica que en el 7.000 a. C. habitaba Grecia, sino que llegaron a ella hacia el 2000 a. C. en plena Edad del Bronce.
El final del III milenio se asocia arqueológicamente con una fuerte destrucción en la Argólide y el Ática, marcada por el incendio de los asentamientos existentes; estas destrucciones son también visibles en Troya II, en el sur de Anatolia (en Beicesultán) e incluso Palestina. Tales destrucciones suponen una ruptura, ya que hay cambios en todos los órdenes. Se suelen asociar a la llegada de dos pueblos inmigrantes de forma paralela, hablantes unos de una forma primitiva de griego para Grecia y hablantes otros de lenguas anatolias (luvita, hetita y palaíta; el imperio hetita parece nacer hacia el siglo XVIII a. C.).
La concepción de una raza común indoeuropea con temperamento, costumbres e instituciones específicas, que fueron barriendo pueblos y ocupando países, es muy romántica y posiblemente errónea. Los indoeuropeos se fueron asentando poco a poco y se fueron fundiendo con las poblaciones con las que topaban con mayor o menor preponderancia, lo que les dio su ulterior configuración especial e independiente: los griegos indoeuropeos se hicieron griegos en Grecia.
Los propios griegos nos han dejado constancia de que hubo antes otros moradores del futuro suelo heleno, a los que denominaban de modos muy diversos: había pelasgos, tírsenos, léleges, carios y eteocretenses. De los carios sabemos que son de origen anatolio; los tírsenos se relacionan con los etruscos (Mar Tirreno) y habitaron en la isla de Tasos y anteriormente en el Ática; los pelasgos habitaban al parecer por gran parte del territorio heleno y en época de Tucídides habitaban parte de la península Calcídica, hablando su propia lengua; los eteocretenses habitaban en Creta y se piensa que eran descedientes de los originarios cretenses o miceno-cretenses; de los léleges no hay nada que contar.
Principales conquistas de Roma
Italia: Desde Roma hasta lo que ahora se conoce como Milán. Fueron las primeras campañas militares romanas y eran todas para robar las mujeres de cada ciudad.
Francia: lo que ahora es conocido como el pais de Francia fue conquistado por la nueva potencia romana, también gran parte de Germania.
Germania: Conquistada con continuas campañas por la resistencia de los germánicos; desde este momento se le considero el imperio romano.
La provincia romana de Germania Inferior ocupaba territorios de los actuales Países Bajos y noroeste de Alemania, siendo su frontera oriental el Rin (en latín Rhenus). Hasta los tiempos de Julio César, ningún ejército se había adentrado tan al norte de la Galia. En el verano del 57 a. C., el general romano derrotó a los nervios en Flandes en el valle del Mosa. En la primavera del 55 a. C., César acudió a parlamentar con los caudillos de los usipetos y tencteros del Rin inferior, que deseaban establecerse en la orilla occidental del río. En medio de la reunión, César los capturó y destrozó a sus tropas. Después construyó un puente sobre el Rin para intimidar a los germanos que aún deseaban cruzar, así como explorar la hasta entonces desconocida región. Al año siguiente, Ambíorix, uno de los dos reyes de los eburones, se alzó y logró aniquilar una legión romana. César exterminó a todo el pueblo en 300 días, y el otro rey de los eburones, Catovolco, se suicidó, no sin antes maldecir a Ambíorix por haber marcado el fin de su pueblo. Sin embargo, Ambíorix fue uno de los pocos que logró escapar a la destrucción cruzando el Rin.
Entre los años 39 y 38 a. C., Agripa expulsó a los suevos de la orilla oeste del Rin y estableció en su lugar a los ubeos, un pueblo aliado de Roma. Las continuas guerras habían dejado esta región desierta, y los ubeos fundaron el pueblo de Ara Ubiorum, la moderna Colonia.
La Provincia romana de Germania Superior en el año 120 d. C. fue creada por César Augusto en un territorio conquistado años atrás por Julio César. Ocupaba Alsacia, parte de la actual Suiza y la orilla occidental de la parte alta del Rhun (actual Rin).
Desde el siglo III a. C., muchos pueblos emigraron a la Germania desde el este. Los romanos tuvieron conocimiento de dos de estos pueblos, cuando los cimbros y los teutones entraron en Helvecia y la Galia. Los romanos no se enfrentaron con ejércitos, sino con pueblos enteros que desplazaban a los celtas.
Las tribus invasoras derrotaron en el 113 a. C. en Nórico a los romanos, que estaban comandados por el cónsul Cneo Papirio Carbón. Entonces los cimbros se establecieron en el territorio de los celtas alóbroges; solicitaron a los romanos permiso para establecerse allí, pero estos se negaron, por lo que tuvieron que pelear de nuevo. En el año 109 a. C. vencieron de nuevo al ejército romano, esta vez al mando de Marcus Junius Silanus en el sur de la Galia. Sin embargo, los cimbros no invadieron Italia y durante un tiempo se mantuvieron alejados de la esfera de influencia de Roma. El rey cimbro Boiorix derrotó en 105 a. C. en la batalla de Arausio a los romanos bajo las órdenes del procónsul Quintus Servilius Caepio y el consúl Gnaeus Manlius Maximus, perdiendo unos 80.000 hombres.
Los cimbros decidieron no invadir Italia y se desplazaron a la Hispania, mientras que los teutones se quedaron en el sur de la Galia. En el año 103 a. C., los cimbros regresaron a la Galia - expulsados de Hispania por los celtíberos - y se aliaron con los teutones, decididos a conquistar Roma. En vista de lo grande de los ejércitos, decidieron separarse y reunirse en el valle del Po. Esto demostró ser un grave error, ya que en el año 102 a. C. los teutones fueron aniquilados por el cónsul Cayo Mario en la batalla de Aquae Sextae, donde cayeron 100.000 teutones. Los cimbros sí lograron llegar al valle del Po, pero se encontraron con los ejércitos unidos de los cónsules Quintus Lutatius Catulus y Mario. En la Planicie de Raudine se libró la batalla de Vercelae, que concluyó con la muerte del rey Boiorix y más de 60.000 cimbros.
La llamada Germania Magna fue una provincia romana de poca duración, establecida por César Augusto, cuyos límites llegaban hasta el río Albis, actual Elba.
Augusto había recibido de su tío abuelo Julio César una porción de Germania, dividida en la Germania Superior y la Inferior, cuyos límites orientales llegaban hasta el río Rhenus, actual Rin. Como esta línea fronteriza estaba fuertemente fortificada, Augusto se conformó inicialmente con no extenderla más y estableció castillos en Mogontiacum (actual Maguncia) y Castra Vetera (actual Xanten). Sin embargo, cuando en el año 11 a. C. los sugambros, usipetos y téncteros atravesaron el Rin, invadieron la Galia y derrotaron a la V Legión, Augusto en persona se presentó, acompañado de su posible sucesor para aquel entonces, Nerón Claudio Druso. Druso apaciguó a los galos, que también estaban pensando alzarse, y luego persiguió a los invasores hasta los ríos Weser y Elba, extendiendo el área de influencia de Roma hasta este último. Druso regresó a Roma en el 9 a. C. para ser homenajeado, pero en el camino su caballo resbaló y le rompió un muslo, lo que le acarreó la muerte. Su cadáver fue trasladado a la capital, donde fue enterrado en el Mausoleo de Augusto. Su hermano Tiberio continuó la obra de Druso en Germania.
Península Ibérica: Fue conquistada durante muchas campañas; los ibéricos tenían ideales muy buenos y fueron grandes entre los romanos.
Fue una época de emperadores locos como Calígula, y otros emperadores más locos como Nerón, que aunque quemó Roma, introdujo la ingeniería romana como base para la ingeniería moderna.
Península Balcánica: Esta es la más grande conquista romana; vencieron a la república helénica y llevaron a sus grandes intelectuales a ser profesores de los romanos, por esta conquista es que Roma fue una república, adoptó un senado, y pudo convertirse en el imperio más grande jamás visto, le pasó la cultura helénica a Europa, a Asia y a todo el mundo, ya que ésta ha perdurado generación tras generación.
Egipto: En la gran época de Julio César y Cleopatra, él se enamoró de ella, tuvieron a Cicerón, y mucha historia por contar, al vencer a Egipto (más estrategia política que guerra), también tomaron sus colonias, todo lo que era el Medio Oriente, entre esos lugares Israel.
...Se aturde uno con tanto relato, pero grosso modo necesario para llevar el hilo de las cosas…
El Título de Emperador
Emperador es, según el Diccionario de la Real Academia Española (entre otras acepciones):
1. Título de mayor dignidad dado a ciertos soberanos. Antiguamente se daba a los que tenían por súbditos a otros reyes o grandes príncipes. Ej. El emperador Alfonso VII. El emperador de Alemania, de Austria, de Rusia.
2. Título de dignidad dado al jefe supremo del antiguo Imperio Romano, y que originariamente se confería por aclamación del Ejército o decreto del Senado.
Se le atribuyen orígenes diversos. En un principio, parece que eran los soldados quienes podían dar, por aclamación al general, el título de "IMPERATOR", que era un título honorífico como reconocimiento a sus virtudes en el mando. Augusto retuvo este título para sí, a fin de evitar que algún otro general lo obtuviera y a partir de entonces fue el título que más utilizó, de ahí que le conozcamos como el primer "emperador" de Roma. En realidad, imperator o emperador es un título militar como "caudillo" y otros equivalentes.
El título de Emperador fue evolucionando, y durante algún tiempo, César, Augusto y Emperador fueron considerados títulos similares hasta la llegada de la Tetrarquía de Diocleciano, en la que hubo simultáneamente dos Augustos y dos Césares, ayudantes de los primeros, pero todos ellos con el título imperial.
Tras la muerte de Augusto el concepto de Emperador adquirió un nuevo matiz al ser nombrado el difunto nada menos que Dios Olímpico.
De ahí vino la noción de los emperadores como seres divinos o relacionados con la divinidad, que se extendería más allá de la duración del Imperio Romano. El poder del cristianismo en aquel momento hizo que los emperadores fueran coronados por los Pontífices cristianos (el título de Sumo Pontífice es igualmente de origen romano clásico y muy anterior al cristianismo, aplicándose a la máxima autoridad religiosa de la época), y se consideraba a unos y a otros como supremos detentadores de los poderes seculares y religiosos, respectivamente, cuya alianza garantizaba la seguridad del mundo civilizado.
Augusto. Título de Octaviano César, que llevaron después todos los emperadores romanos y sus mujeres.
También se cita en la historia a Octavio, que luego del asesinato de Julio César, se quedó con el título de "César Imperator" y se concedió uno nuevo: "Augustus" (que viene a significar "afortunado") y al recibir en el año 23 del Senado el "Imperium Maius" ("Imperio Supremo") empezó a tomarse el título de «Emperador» como equivalente al de soberano de todas las tierras dominadas, y al apelativo «Imperio» como definitorio de las comarcas con sus ciudades y habitantes.
César (plural "Césares"). Es un título imperial. César viene de la palabra Caesar o Cabeza del Imperio.
Originalmente significaba "Hermoso", lo que sugiere que los Iulii Caesares, una rama específica de la gens patricia Julia, fueran conocidos por tener una abundante cabellera (sin embargo, dado el sentido del humor romano, también pudo significar que más bien fueran propensos a quedarse calvos, problema del que, sin duda, sufría el miembro más ilustre de la familia, Julio César).
Se deriva del cognomen Gaius Iulius Caesar ("Cayo Julio César"), el famoso general, cónsul y dictador romano (nombrado por el Senado) que fue asesinado durante marzo del 44 a. C. La transformación del nombre familiar César en un calificativo imperial puede ser vagamente trazada a partir del año 68 (el llamado año de los cuatro emperadores). Y a principios del siglo II, el autor latino Suetonio escribió las Vidas de los doce Césares (De vita XII Caesarum), en las que describe las biografías de Cayo Julio César y los once primeros emperadores romanos (hasta Domiciano).
El cuarto emperador, Claudio, fue el primero en tomar el color púrpura y asumir el nombre "César" sin haber sido adoptado por el anterior emperador ni, por tanto, haber adoptado el nombre de César (aunque era un miembro de la familia Julio-Claudia). Tras la muerte de Nerón (en el año 68, el Año de los Cuatro Emperadores), el usurpador Servio Sulpicio Galba fue el primero en asumir el púrpura y el nombre simultáneamente sin ninguna razón válida, adoptando el nombre "Servius Galba Imperator Caesar". También ayudó a consolidar el uso de "César" como título del heredero designado al dárselo a su heredero adoptado, Lucius Calpurnius Piso Frugi Licinianus.
El siguiente paso en el desarrollo del título vino un año después en el 69, cuando el usurpador Vitelio depuso al anterior usurpador Otón y ostentó la púrpura junto con el nombre "Aulus Vitellius Germanicus Imperator Augustus". En un principio Vitelio no adopto el título "César" como parte de su nombre, y quizás pretendió remplazarlo con Germánico (ya que él concedió el nombre Germanicus a su propio hijo en ese año). Sin embargo, César se había convertido en una parte integral de la dignidad imperial y su lugar fue restaurado en el año 69, cuando el hijo natural de Tito Flavio Vespasiano, Tito Flavio Sabino Vespasiano se convirtió en "Tito César Vespasiano" (conocido para la posteridad como Tito).
El primer emperador, César Augusto, llevó este nombre como un símbolo de poder. Su nombre de nacimiento era Gaius Octavius, siendo adoptado póstumamente por César en su testamento, de forma que, según las convenciones romanas, pasó a llamarse "Gaius Iulius Caesar Octavianus" (Cayo Julio César Octaviano, habitualmente "Octavio" durante el transcurso de su vida).
Debido a razones políticas, Octavio eligió enfatizar su relación con Julio César (ya que no era hijo natural suyo, sino simplemente adoptado) al autodenominarse simplemente "Emperador César" (nombre al que el Senado Romano agregó honoríficamente el título Augustus -"Majestuoso" o "Venerable"-, en el año 26 a. C.), sin ostentar ningún otro elemento de su nombre completo. El sucesor del emperador Octavio, su hijastro Tiberio, también ostento el nombre César como título. Su nombre natal era Tiberius Claudius Nero (Tiberio Claudio Nerón), siendo adoptado por Octavio el 26 de junio del año 4 como Tiberius Iulius Caesar. De esta forma se estableció un precedente: el emperador designaba a su sucesor al adoptarle y otorgándole el nombre de "César".
En este punto, el estatus de "César" fue regularizado como el título dado a un emperador designado (de vez en cuando también junto con el título honorífico Princeps Iuventutis, "príncipe de la juventud") y era conservado tras subir al trono (por ejemplo, Trajano se convirtió en el heredero de Nerva como Caesar Nerva Traianus en octubre del año 97 y ascendió al trono el 28 de enero de 98 como Imperator Caesar Nerva Traianus Augustus). Después de algunas variaciones durante el reinado de los primeros emperadores romanos, el nombre del príncipe designado como sucesor del emperador fue NN Caesar (en donde NN era el nombre de nacimiento del príncipe). Tras convertirse en emperador, se convertía en Imperator Caesar NN Augustus. Tras la ascensión al trono de Alejandro Severo, se popularizó la costumbre de denominar al emperador designado NN Nobilissimus Caesar ("Noble César") en lugar de llamarle simplemente César.
Posteriormente, los sucesivos Césares, como Calígula y Nerón, no quisieron esperar a la muerte, y ellos mismos se nombraron Dioses.
El 1 de marzo de 293, Diocleciano estableció la denominada Tetrarquía, un sistema de gobierno que dividía el imperio en dos partes, Oriente y Occidente, y contemplaba, por tanto, dos emperadores adultos y dos jóvenes emperadores, designados sucesores de los anteriores en cada parte del imperio. Los dos emperadores adultos eran nombrados de la misma forma que se venían nombrando hasta entonces: Imperator Caesar NN Pius Felix Invictus Augustus (el emperador Heliogábalo había introducido el uso de Pius Felix, "el Piadoso y Bendecido", mientras que Maximino el Tracio introdujo el uso de Invictus, "el Invicto"), y eran llamados Augusti ("Augustos"), mientras que los dos emperadores menores, adjuntos y sucesores cada uno de un augusto, fueron nombrados al igual que los anteriores emperadores designados, como NN Nobilissimus Caesar. Asimismo, los emperadores menores conservaron el título "César" antes de suceder al Augusto. A cada Augusto y a cada César se les asignaba una porción del Imperio Romano para su administración (un Augusto y un César para la parte occidental y otros tantos para la oriental). Sin embargo, el complejo sistema de tetrarquía fue abandonado (especialmente porque requería simultaneidad en la renuncia de los dos Augustos para que los dos Césares asumiesen la púrpura) y el sistema anterior de emperador designado, tanto en la zona occidental del Imperio, de habla latina (donde se conservó el título de "César"), como en la oriental, de habla griega ("Kaisar").
Más adelante, la caída del Imperio Romano en occidente provocó que cayera en desuso el título de "César" (aunque los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico fueron llamados Káiser en alemán, su título correcto era en latín, la lengua culta de la época, Imperator Augustus, sin Caesar) y la mayoría de los lenguajes en Europa occidental usan derivados de imperator para referirse a los emperadores (por ejemplo, "emperador" en español, "empereur" en francés o "emperor" en inglés).
…esto es más denso y enredado que la novela de Gabriel García Márquez “Cien años de soledad” (que ya es mucho decir) pero en fin, asimilaremos lo que se pueda!
Conservación de los dominios adquiridos
La mayor parte de los emperadores, desde el primero llamado Augusto, limitaron su política a la conservación de los dominios adquiridos en tiempos de la República por las disposiciones del Senado de Roma, la activa rivalidad de los cónsules y el entusiasmo belicoso de los pueblos.
Claudio comenzó a construir ciudades y acueductos, además de conquistar Britania, un sector que jamás había sido sometido antes.
Como curiosidad histórica el emperador Claudio quiso resucitar la institución denominada Auriscipe que se dedicaba a examinar las entrañas de las víctimas ofrecidas en los sacrificios y predecir los acontecimientos que para los romanos tenían un carácter sobrenatural como los temblores de tierra, relámpagos, eclipses y otros, y llegaron a constituir una orden sacerdotal o colegio denominado magister publicus.
Estrategia de Augusto
El primer emperador de la Antigua Roma y mando supremo de la legión romana, que para afianzar su poder en Roma tras la batalla de Actium promulgó leyes que formaron una verdadera constitución que se mantuvo íntegra bajo el reinado de sus sucesores, tenía a su disposición 44 legiones veteranas que sentían: Que conocían su fuerza y que despreciaban la memoria de la República, que se habían acostumbrado durante veinte años de guerras civiles a la violencia y a la crueldad, que habían consagrado su vida al heredero del César de quien esperaban beneficios después de servicios prestados.
Inclinado a la paz por temperamento y por las circunstancia de su posición, entendió que sólo con la fuerza de las armas de las legiones romanas no podía dar a su reinado el engrandecimiento a que aspiraba y que la guerra que sólo se hacía ya en lugares muy apartados de la capital le atraería más peligros que ventajas.
Se convenció que la mejor estrategia en "política exterior” era un sistema de prudente vigor y templada firmeza en que se afianzarían sus conquistas o tendrían a resguardo el imperio de todas las posibles tribus extranjeras que lo acechaban.
Por otra parte, en la estrategia que adoptó en la "política interior” en Roma, este gobierno imperial como lo instituyó Augusto y como procuraron conservarlo los emperadores que entendían sus intereses y los del pueblo, fue una monarquía absoluta, revestida de formas republicanas.
Uno de los grandes peligros a los que podían enfrentarse los emperadores era la vacancia del trono y los emperadores romanos deseosos de evitar a las legiones romanas.
Para evitar el intervalo de peligrosa suspensión y la tentación de que el jefe del Estado fuese nombrado por el ejército, revestían al sucesor con la suficiente autoridad para que pudiese apoderarse de toda ella, fallecido el emperador gobernante, sin que el Imperio necesitase de un periodo de transición. Esta era una de las cosas que comprendió rápidamente Octavio Augusto, y después de que se frustraron sus brillantes esperanzas por la muerte prematura de sus sobrinos Marcelo y Druso y habiéndolas fijado en Tiberio, obtuvo para éste su sucesor y segundo emperador de Roma, las dignidades de gobernante y le confirió por ley una autoridad igual a la suya, tanto en las provincias como en los ejércitos de las legiones romanas.
Augusto temía, aparte de que alguien o algunos organizados del pueblo pudieran atentar contra su vida en un momento de exasperación, a la insolencia de aquel ejército de las legiones romanas que estaba acostumbrado desde tiempos de Mario pero sobre todo desde Julio César a que tenían siempre la posibilidad de emplear la violencia en desahogo de su descontento, de lo cual incluso el mismo Augusto había sido un buen maestro después de la muerte de Julio César y hasta su llegada al máximo poder de emperador, instruyendo a esas mismas tropas de legionarios que tanto ahora temía el arte de violar todos los derechos y de infringir todas las obligaciones sociales incluyendo las sancionadas por el juramento aplicando aquel dicho de “el fin justifica los medios”.
Por tanto había comprado una revolución a costa de grandes recompensas, parte de ellas a las legiones que le fueron fieles. Pero otra revolución y esto es otra cosa que comprendió rápidamente Augusto (El hambre agudiza el ingenio, en este caso hambre de poder y de conservarlo a costa de todo y de todos) podría comprarse doblegándolas y aunque las tropas de las legiones romanas reverenciaban la memoria del César y eran sinceramente adictas a su familia, quién se fía del afecto de miles soldados? por lo que tomó las siguientes decisiones:
Procuró resucitar todo lo que aun quedaba de las antiguas supersticiones en aquellas almas desordenadas e independientes,
Fortificó con enorme severidad la disciplina de las legiones romanas con la sanción de la Ley,
Procuró interponer la majestad del Senado entre el emperador y el ejército de las legiones romanas reclamando su obediencia en calidad de primer magistrado de la República (Otra jugada maestra que destacar en el ingenio de Augusto).
Muerto Augusto se leyó públicamente su testamento en el Senado de Roma y en él legaba a su sucesor Tiberio el consejo de conservar el Imperio en los límites que la naturaleza había señalado como baluartes de su seguridad que eran: al Oeste el Océano Atlántico y al Norte el Rin y el Danubio.
Rin: río de Europa Occidental dividido en Superior o Suiza, Medio o Alemania e Inferior u Holanda y se forma en el Cantón de los Grisones por reunión de 2 torrentes. Era y es uno de los ríos mas importantes, estratégicamente hablando, como accidente geográfico que influyó e influye en las operaciones militares actualmente en Suiza, Alemania, Francia, Bélgica y Holanda, y en tiempos de los romanos en Las Galias y Germania.
Heredó pues Augusto de las conquistas de la época republicana de los ejércitos consulares y después de los ejércitos personalistas de Mario, Sila y Julio César, un gran imperio de 100 millones de personas, la mitad de las cuales estaban privadas de libertad por ser esclavos.
En el epitafio del sepulcro del hombre que consolidó el Imperio Romano, se puede leer lo siguiente: Aplaudid si he desempañado bien mi papel en la farsa de la vida.
El sistema de moderación recomendado por Augusto en su testamento era el que convenía a sus sucesores inmediatos más entregados a los placeres palaciegos y embriagados por el ejercicio del poder absoluto.
Estos emperadores se mostraron muy poco a los ejércitos de las legiones romanas, ni permitían que los triunfos que su impericia les prohibía fuesen usurpados por el valor de sus procónsules, ya que la fama militar de un súbdito habría sido considerada como invasión del poder supremo y para los generales romanos era tan obligatorio como conveniente el deber de sólo custodiar las fronteras confiadas a su fidelidad sin aspirar a conquistas que les habrían sido tan fatales como a los pueblos vencidos.
El único engrandecimiento que recibió el imperio en el primer siglo de la era cristiana, fue la provincia de Bretaña, llamada en la actualidad Inglaterra, después de una guerra de cerca de cuarenta años emprendida por Claudio.
Con Domiciano la mayor parte de la isla quedó sometida al yugo romano ya que las tribus bretonas poseían valor sin disciplina y amor a la libertad sin espíritu de unión, por lo que no pudieron evitar la esclavitud de su nación ni contener el progreso de las legiones romanas imperiales.
Mientras Domiciano encerrado en su palacio, disfrutaba los terrores que su nombre inspiraba a todo el Imperio, sus legiones mandadas por el virtuoso comandante de las legiones Agrícola derrotaban las fuerzas de Caledonia hoy Escocia, al pie de los montes Grampianos, y sus escuadras aventurándose a explorar un mar peligroso y desconocido, ostentaban el poder de Roma entre los peñascos de las Orcades.
Después de sometida la isla de Bretaña, el designio de Agrícola comandante en jefe de las legiones romanas establecidas en Bretaña era reducir Irlanda, para cuya empresa bastaban en su opinión una legión y algunas tropas auxiliares, pero fue destituido del mando.
Antes de su salida del mando de las legiones romanas, Agrícola tomó las más prudentes medidas para la seguridad y defensa de Bretaña ya que había observado que la isla estaba casi dividida en porciones desiguales por dos golfos opuestos y doce leguas de tierra que los separaban. Fueron fortificadas por una serie de estaciones militares, que el emperador Antonio más tarde convirtió en una muralla sólida y permanente (Hay que destacar que las legiones romanas eran maestros en el arte de fortificaciones) y esta muralla colocada entre las hoy conocidas y modernas ciudades de Edimburgo y Glasgow, fijó el límite de la provincia romana y sólo el pueblo de los caledonios conservó en la extremidad norte su feroz independencia, debida quizás tanto a su pobreza que no interesaba a las tropas romanas como a su gran arrojo y valor, y sus incursiones fueron frecuentemente rechazadas pero nunca sometidos.
Nerva
Apenas hubó aceptado Nerva la púrpura de mano de los asesinos de Domiciano, conoció que en su avanzada edad no le era posible detener el torrente de desórdenes públicos que se habían multiplicado bajo la larga tiranía de su predecesor. Los hombres rectos y bien intencionados respetaban sus disposiciones benignas pero la degeneración de Roma necesitaba un temple más riguroso que supiese inspirar terror a los culpables. Adoptó entonces a un extraño que tenia 40 años nacido en España y llamado Trajano que mandaba como general un ejército de legiones romanas y pidió un decreto al Senado que lo declarara su colega y sucesor del Imperio.
Trajano
Este emperador recibió en su niñez la educación de un soldado y poseía todas las dotes de un general. Las legiones romanas después de un intervalo muy largo vieron a un emperador a su cabeza. Entre sus conquistas bajó triunfalmente por el Tigris, desde las montañas de Armenia hasta el golfo Pérsico. Sus escuadras asolaron el mar de Arabia y tuvo el honor de ser el primer y último general romano que navegó por esas aguas, intentando emular en Oriente las conquistas de Alejandro Magno. Las tribus independientes de las montañas de Media y Arducia imploraron su clemencia y las opulentas regiones de Armenia, Siria y Mesopotamia quedaron reducidas a la condición de provincias.
Cada pocas semanas recibía el Senado con asombro la noticia de nuevas naciones que reconocían la majestad y la autoridad de este emperador-conquistador y reyes de estados cuyos nombres se ignoraban hasta entonces obtenían del emperador el generoso permiso de continuar en sus tronos heredados.
Lamentablemente poseyendo la historia tantos abominables pormenores sobre la vida de Nerón, en contraposición apenas se pueden recoger en la literatura latina antigua algunos rasgos escasos de una existencia tan gloriosa como la de Trajano, quedando sólo un panegírico de sus virtudes que están a prueba de toda sospecha de alabanza, ya que se ha perdido su obra escrita sobre sus guerras con los Dacios y cartas que figuran en la colección de Plinio el Joven. Doscientos cincuenta años después de su muerte, al aclamar un nuevo emperador, el Senado le deseaba que sobrepujase en felicidad a Augusto y en virtud a Trajano con estas palabras: Felicias Augusto, Melior Trajano.
Adriano
En política interior fue el primer emperador desde Augusto que asumió el poder legislativo que antes de él le correspondía al Senado. Antes de él, desde Augusto a Trajano, los emperadores se contentaban con promulgar edictos como magistrados romanos y dirigían epístolas al Senado, que insertaban íntegras en los decretos de aquellas asambleas.
Durante cuatro siglos, desde Adriano hasta Justiniano, la jurisprudencia pública o privada no tuvo más regla que la voluntad del príncipe consignando en las Pandectas el siguiente aforismo quidquid príncipi placuit legis habet vigorem y casi todas las instituciones antiguas habían desaparecido ante este poder absoluto del emperador.
Este emperador en política exterior, a diferencia del anterior, se caracterizó por su moderación, con el abandono de las conquistas de su predecesor y restituyó a los partos el derecho de elegir rey, retiró las legiones romanas de Armenia, dio libertad a Mesopotamia y a Siria. Además, Cumpliendo con los deseos de Augusto volvió a fijar las fronteras del Imperio en el río Éufrates.
Como curiosidad histórica hay que decir que el emperador Adriano aunque prudente pero de espíritu inquieto, fue un gran viajero y visitó el país de los sarmatas, las Galias, la Bretaña, España, Mauritania, Egipto, Judea, Sicilia, Grecia y todas las ciudades importantes de Italia, y siempre iba a pie y con la cabeza desnuda.
Antonio Pío
A diferencia del anterior no salió nunca de la península italiana y el único viaje que hizo fue de su palacio de Roma a su casa de campo de Lanuvio, y su estrategia política fue conservar la dignidad del Imperio, sin aumentar sus dominios.
Desdeñó todo engrandecimiento territorial de su Imperio y trató de convencer a los demás pueblos de que el imperio romano sabía conservar su preponderancia por medio de su amor al orden y a la justicia y logró la amistad de otros pueblos denominados extranjeros o bárbaros.
El nombre de Roma era respetado en todas las naciones de la tierra. Inclusive las más remotas elegían al emperador por árbitro y muchas de ellas le ofrecían espontáneamente su sumisión.
Marco Aurelio
La virtud de este emperador era más severa y menos instintiva que la del anterior debido a las muchas lecturas y a sus prácticas meditativas adoptadas en su niñez; instruido dentro de la filosofía estoica y a considerar la virtud como el único bien.
Incluso dio lecciones públicas de filosofía ante el pueblo romano y lo mismo hizo en muchas ciudades de provincias e incluso existen unas meditaciones suyas en medio del bullicio de los campamentos. Su vida fue el más noble comentario de los preceptos de Zenón.
El gran escritor francés Montesquieu escribió de él lo siguiente: Siento un placer secreto cuando hablo de este emperador y no puedo leer su vida sin enternecerme. Tal es el efecto que produce en mí, que tengo mejor opinión de mi mismo, porque la tengo de la humanidad.
Este emperador detestaba la guerra como la deshonra y la calamidad de la especie humana, pero la necesidad de una justa defensa le obligaba a entrar en combate con sus legiones.
Participó personal y valerosamente durante ocho campañas de invierno en las heladas márgenes del río Danubio, cuyo riguroso clima fue fatal para su constitución.
Comodo
Orden de sucesión desde Comodo hasta Diocleciano.
La constitución bajo la cual reinaron los emperadores de Roma de Augusto a Marco Aurelio, que es la ley que arregla el orden de suceder en el mando supremo, era en la que el emperador reinante designaba a sus sucesores y eran aclamados por el Senado de Roma.
El mismo orden se observó en la llegada a la jefatura máxima del Estado por Comodo, quien habiendo formado el designio de combatir desnudo en el circo y contrariado en esta resolución por su concubina Marcia, resolvió darle muerte y ella se anticipó a este cruel proyecto, envenenando a su imperial amante y haciéndolo ahogar por manos del gladiador Narcisus.
Su sucesor Pertinax fue nombrado por el Senado de acuerdo con el pueblo, pero en este reinado ocurrió un suceso que puso fin a la constitución imperial abriendo la puerta a una serie de desórdenes que prepararon y aceleraron la caída del mayor coloso de poder que había alzado las manos del hombre.
Peto, cómplice de Marcia en el asesinato de Comodo, decidió dar muerte de Pertinax y se aprovecharon de una ausencia temporal de Roma de Pertinax, para mandar matar a muchos patricios y soliviantar a los legionarios escogidos de la guardia pretoriana.
Los pretorianos creyendo que habían sido órdenes del emperador se enfrentaron contra él y lo atacaron en su campamento, pero Pertinax los contuvo con firmeza y cuando les estaba dando buenas razones de su equivocación, recibió un golpe de lanza que le asestó un soldado germano y otros imitaron su ejemplo y el emperador cayó fulminado en el ataque.
Curiosamente los pretorianos se dieron cuenta enseguida de un hecho de capital importancia para el futuro de Roma; que les había sido relativamente fácil dejar a Roma sin jefe de Estado con el asesinato de Pertinax y declararon entonces que no habría otro emperador que el que ellos eligiesen y que este no sería otro que quien más dinero les aportase a sus arcas.
En este punto vemos que las legiones romanas no sólo fueron de hecho el cuerpo del ejército que engrandeció a Roma y expandió su imperio, sino también elementos decisorios de los futuros emperadores de Roma.
Sacado así a pública subasta el imperio del mundo, recayó en un abogado oscuro pero opulento la sucesión de emperador tras el asesinato de Pertinax y este abogado se llamaba Didio Juliano.
Desde aquel momento la ley cesó de tener intervención en la elección del emperador y este solemne acto decisivo de la suerte, no ya de un imperio sólo sino de gran parte de la humanidad, quedó vinculado a la fuerza bruta de las legiones romanas.
Las pocas veces que intervino el Senado de Roma en la elección de emperadores y la mayor parte de emperadores que se sucedieron desde Comodo hasta Constantino, debieron su llegada a la jefatura del Estado a la sublevación de las tropas legionarias que mandaban en las provincias.
Así fueron proclamados los emperadores:
Séptimo Severo, en Illiria
Macrino en Siria
Alejandro Severo en Roma
Maximino, Gordiano, Filipo, Emilio, Galieno, Claudio II, Aureliano, Tácito, Probo, Caro, Carino, Numeriano y por último Diocleciano fueron proclamados por las legiones romanas en las respectivas provincias de su mando.
Diocleciano
Diocleciano intentó cortar de raíz aquel abuso de que el emperador de turno se designara por la imposición de la fuerza bruta de las legiones romanas, lo cual ponía la suerte de Roma en manos de una desenfrenada soldadesca muy fáciles de manipular por ofertas de saqueo y rapiña por los pretendientes al trono de emperador. Para ello decidió que hubiese siempre dos emperadores y dos césares, pues de este modo, por muerte de uno de estos cuatro eminentes personajes, quedaban tres interesados en evitar que osase un intruso apoderarse del poder. Fue una estrategia de Diocleciano para evitar la llegada al poder un indeseable oportunista.
Por eso Diocleciano después de haber dividido el poder del imperio con Maximiamo, a quien confió los títulos de césar y augusto, se asoció también con otros dos generales ilustres de las legiones romanas distribuyéndose los cuatro príncipes el mando de todo del Imperio y aunque cada uno de ellos poseía en su respectivo distrito la autoridad soberana, Diocleciano no abandonó su supremacía dando esta circunstancia a la dignidad imperial más elevación y más prestigio que las que hasta entonces había tenido.
Constantino
En tiempos de Constantino, cuando el ejército romano estaba formado por 175 legiones, fue el primer emperador que trazó esa gran línea divisoria entre los siglos antiguos: en que los emperadores hasta Diocleciano aunque revestidos de un poder sin límites vivían como ciudadanos particulares, sin corte, sin ese aparato teatral que en todas las naciones del mundo rodea al personaje que ocupa el trono, y los modernos: donde entre el monarca y sus súbditos se erigen barreras que colocan al primero en una región inaccesible a los ojos de los profanos.
Constantino y sus sucesores fundaron el verdadero ceremonial monárquico que después imitaron todas las dinastías europeas. El rasgo distintivo de este nuevo orden de cosas fue el lujo increíble, la pompa incomparable que rodeaba a las personas del soberano y las costas y las islas de Asia estaban cubiertas de soberbias casas de campo donde el emperador residía sucesivamente, según las estaciones, con la ostentación del mármol y vastos jardines y el Palacio Imperial de Constantinopla llegó a ser por las mejoras una de las maravillas del mundo. Estaba situado entre el Hipódromo y la Basílica de Santa Sofía y los jardines descendían en forma de amplias terrazas hasta las playas de la Propóntide (Nombre dado antiguamente al mar de Mármara, hoy mar Negro) y durante once siglos fue la residencia del monarca.
Constantino también es el responsable de la clasificación de las tropas que formaban parte de la legión en fronterizas y palatinas, agravando la situación de descomposición que venia sufriendo desde hacia tiempo la legión y desapareciendo por completo todo sentimiento de patriotismo y espíritu militar provocando que las legiones fronterizas encargadas de defender las fronteras entraron en un estado de cierta indiferencia ya que se exponían al trabajo y peligro de una guerra continua y sólo obtenían a cambio dos tercios de la paga de los palatinos, mientras que a las legiones palatinas se les reservaba todas las consideraciones y todos los privilegios.
De Constancio hasta la caída del Imperio Romano
Constancio estaba destinado a fundar una nueva dinastía, que no fue de larga duración. Durante el reinado de Constancio, las legiones romanas de las Galia entronizaron como emperadores a Juliano y por muerte de este a Joviano, jefe de su servidumbre.
Valentiniano, su sucesor que tuvo el mismo origen de elección, confirió el título de Augusto a su hermano Valente y le dio el mando de la parte oriental del Imperio romano, conservando él todo Occidente.
A este emperador le sucedieron sus hijos Graciano y Valentiniano II.
Graciano se asoció en el imperio al ilustre Teodosio, en cuyo tiempo se verificó la final división del Imperio de Oriente, cuya capital era Constantinopla e Imperio de Occidente que obedecía a Roma.
Los hijos de Teodosio, Arcadio y Honorio, le sucedieron, el primero en el trono de Constantinopla y el segundo en el de Augusto.
A Arcadio le sucedió su sobrino Teodosio II y a Honorio su pariente Valentiniano III.
Desde esta época hasta la irrupción de los bárbaros, a pesar de todos los esfuerzos que hicieron muchos emperadores para consolidar sus dinastías, no pudo establecerse una regla fija de sucesión.
Unas veces el pueblo ponía el cetro de emperador en manos dignas como sucedió con Justino y su sobrino Justiniano
Otras veces los pueblos bárbaros designaban el candidato y el Imperio lo adoptaba sin murmurar, como en el caso de Avito, aclamado emperador por Geuserico, rey de los godos y por los galos.
De cuando en cuando el Senado de Roma reclamaba en Occidente sus antiguos derechos y nombraba el emperador, como lo hizo con Mayoriano.
Hubo ocasiones en que caudillos poderosos se disputaban el imperio y ejercían un poder absoluto y opresor en las respectivas provincias que ocupaban sus tropas, como es el caso del emperador Galiano en el siglo III, época de terremotos, de la violencia de los Bárbaros y de la peste, en la que francos, alemanes, sarnatos y godos dominaban en varias Provincias y estas Provincias para defenderse pusieron al frente de las mismas a caudillos casi todos hábiles y bravos como se cita en la Historia Augusta con el nombre de los 30 Tiranos en recuerdo de Atenas, aunque eran 20 usurpadores que protegieron a 100 millones de personas del Imperio y fueron los siguientes:
En Oriente: Ciriades, Balista, Odena, Zenobio, Maniano.
En Occidente: Postumo, Victorino y su madre Victoria, Mario, Tétrico.
En Iliria y márgenes del Danubio: Ingenuo, Regiliano, Aurcolo.
En Ponto: Saturnino
En Tesalia: Pisón
En Grecia: Valente
En Egipto: Emiliano
En Africa: Celso
En Isaurio: Trebeliano
También el emperador Galiano se comportó como un tirano cuando hizo degollar a miles de sus legionarios por murmuraciones, aunque tuvo éxitos militares como cuando en el 262 con 10.000 hombres venció un ejército de 300.000 germanos en Ravena y venció a los hérulos(*) en Grecia. Finalmente fue asesinado por los suyos, en concreto por Heracliano, Marciano y Ceprups jefe de la guardia dálmata, proclamando como emperador a Claudio.
Para colmo de desórdenes y calamidades, los progresos de los pueblos bárbaros en todas partes del Imperio produjeron una desorganización espantosa en todas las instituciones y en todas las relaciones de la vida pública y privada, acabaron por destruir los frenos que inhibían las ambiciones y las intrigas, un espíritu de controversia y de sofisma se apoderó de la sociedad entera en el Imperio Griego y ejerció un influjo desmesurado en los negocios, la política y en la transmisión de la Corona, poniéndola muchas veces en las sienes de un favorito de la secta más poderosa.
El final de todo un Imperio conquistado por las casi invencibles legiones romanas, se resume en las palabras del gran escritor francés del siglo XVIII Montesquieu: No tengo valor para hablar de las miserias de aquellos tiempos desastrosos. Diré solamente que bajo el mandato de los últimos emperadores, el imperio, reducido a los arrabales de Constantinopla, acabó como el Rin, que no es más que un arrollo cuando se pierde en el Océano.
Según algunos historiadores medievales, sus integrantes se aliaron con los godos y participaron con ellos en varias expediciones de merodeo por las costas de los mares Negro y Egeo (260). A principios del siglo VI, los lombardos vencieron a los hérulos y disolvieron su reino, situado en la cuenca del río Elba.
Bibliografía consultada
MIGUEL ANGEL. CRISPINO, Enrica. Giunti Editore, Florencia, Italia. 2003.
GUÍA A LA ROMA ANTIGUA. GABUCCI, Ada. Mondadori Electa, Milán, Italia. Reimpresión 2010.
Fuentes complementarias Online
http://es.wikipedia
http://www.protocolo.org/ceremonial